Desiree Ortega Cerpa
Ojalá que llueva Diario de Cadiz - Espanha Cultura - Domingo 19 de octubre de 2003.
Danzas y rogativas no tienen el poder de provocar la lluvia, sino la misión de recordar a la comunidad la importancia de la lluvia. Truenos para llorar se construye como un sainete poético que describe el devenir de una comunidad en un territorio donde el agua vale su peso en oro. El espacio escénico recrea un paisaje en tonos ocres y terrosos, a modo de territorio desértico donde un único árbol presenta el aspecto tenebroso de una garra monstruosa como la mano de cadáver gigantesco dispuesto a atrapar a sus habitantes. A cada lado del escenario, un bosque de lianas pardas esconde los diferentes objetos que ayudarán a la recreación de diversas escenas, aunque fundamentalmente serán los bailarines los que llenen el escenario. Las distintas coreografías que conforman el espectáculo describen la vida cotidiana de una serie de personajes populares que danzan al ritmo de los ritos de cada día. La búsqueda del propio camino, el baile en la plaza del pueblo, la necesidad de amor o las ofrendas y penitencias a dioses caprichosos que deciden el destino, se bailan al ritmo de melodías tradicionales, éxitos radiofónicos, palabras o sonidos que nada tienes que ver con las reglas de urbanidad aunque sí con las de la naturaleza. Cada paso parte del movimiento físico cotidiano que gradualmente se va convirtiendo en un virtuosismo quinésico que combina la estética contemporánea con la pantomima cómica. El humor y la sencillez impregnan las peripecias del devenir de los protagonistas, que caminan inevitablemente hacia es grotesca y hace guiños a Hamlet en todo momento, pero luego se descubre en el número final que los muertos allí lo pasan muy bien a la espera de la resurrección, descrita con una delicada metáfora floral que lleva hacia la apoteosis en forma de lluvia.
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